Trujillo

Para llegar a Trujillo elegimos el camino más largo pero que nos habían dicho que valía la pena que lo conozcamos y así fue.
Fuimos por el camino del Cañón del Pato que es el camino que marca el fin o la unión de ambas cordilleras. Un camino sumamente rocoso y de cornisa, zigzagueante, repleto de túneles y rodeado del río que nos acompañaba siempre a un costado.
Durante el viaje pasábamos por diferentes paisajes entre sí y vimos todo tipo de vegetación: árboles de mango, manzanas, plátanos, siembra de sandias y muchísimos arrozales. Un viaje que valió la pena invertir tantas horas y agotamiento para poder ver todo esto.

Llegamos a Trujillo, una de las ciudades más importantes de Perú, que conserva en su centro histórico variadas iglesias y casonas coloniales que pertenecieron muchos años atrás a la aristocracia española.
Trujillo, la de la Eterna Primavera dicen por su tiempo cálido durante todo el año. Una ciudad que está en pleno crecimiento pero que conserva algunas costumbres de pueblo.
Durante el mes de enero, Trujillo está empapada de Marinera que es el baile representativo por excelencia de Trujillo y también del Perú. Tuvimos la suerte de ir a una peña donde pudimos ver una demostración de la misma que nos dejó encantados con el baile, que transmite alegría, sensualidad y sintonía.
Nos dijeron que dependiendo la ciudad, la marinera se baila diferente y también la música cambia.

Estando en Trujillo conocimos las Ruinas de CHAN CHAN que se encuentran a 20min de la ciudad. Es una ciudad de barro de la cultura Moche, antecesores de los incas. Se pueden observar aún las perfectas esculturas y diseños esculpidos en las paredes de la ciudadela.

Visitamos también las playas de Huanchaco con sus típicos y característicos caballitos de Totora, son balsas realizadas artesanalmente en totora en las cuales se puede dar un paseo o también las utilizan los lugareños para pescar.
 En nuestra estadía en Trujillo agradecemos profundamente a Gino de la Cruz por habernos recibido muy amablemente en su casa y habernos hecho conocer un poco de esta ciudad. Gracias Gino!!






Plaza de armas
La Marinera - Baile tipico de Trujillo



Perro Andino (raza Pila)








                                    
Huanchaco - Caballito de Totora




                                                                                                                                         
                                     
                                         

Huaraz y Caraz

Huaraz fue nuestra segunda parada. Veníamos de una ciudad como Lima con todas sus mañas de cualquier Capital, entonces llegar a Huaraz fue un respiro citadino, pero no así de las bocinas de los taxis, autos o moto-taxis que sorprendentemente seguían sonando también en las calles de Huaraz. Pero el clima ya era diferente, no solo que la temperatura bajaba como 10 o 15 grados en comparación a Lima, sino que la lluvia y las montañas se adueñaban del paisaje.
Huaraz se encuentra en lo que se llama ¨El callejón de Huaylas¨ ya que está rodeada  de la cordillera negra y la blanca. Y desde cualquier punto del pueblo se puede admirar los imponentes picos blancos rodeados de nieve.
Huaraz conserva sus tradiciones mucho más fuerte que Lima, se ven a las mujeres con sus trenzas largas y oscuras, sus polleras coloridas y  sus aguayos a la vista. Se ve la venta ambulante, las comidas en carritos en cualquier esquina y la venta de chicha morada en todas las cuadras.
Pero lo más lindo de todo, se encuentra adentrándose en sus cordilleras. Lagunas de aguas turquesas, acompañadas de cascadas que surgen por cualquier parte y como si fuera poco, todo este paisaje es rodeado por increíbles montañas nevadas que te generan un respeto absoluto hacia la naturaleza y simultáneamente un agradecimiento infinito a Dios por ver lo que nuestros ojos estaban viendo.

Dificil de describir lo que sentimos cuando conocimos el Parque Nacional Huascarán. Tuvimos la intención de hacer el trekking de Santa Cruz de  4 o 5 días  por las diferentes lagunas, pero por algunos inconvenientes nuestra caminata se redujo a 2 días, pero que bastaron para dejarnos una huella en nuestro viaje y en nuestras vidas también. Tanta naturaleza,  belleza y tanta inmensidad compactadas en 2 días  hicieron un ANTES y DESPUÉS en nuestra ruta.
Acampar en la Laguna 69 son esos regalos que uno  recibe una vez en la vida y que por ello, tienen un gusto aún más especial. Despertarse y ver nevar sobre la laguna turquesa con su cascada inmensa, el sonido del crujir de los glaciares y las montañas nevadas a su alrededor son momentos únicos y que ojalá sean repetibles, fuimos dueños de ese escenario que nos cautivó y que nos sigue dando un cosquilleo cuando lo recordamos y cuando vemos hoy por foto todo aquello que vivimos.

Terminamos estos 2 días intensos de pura naturaleza y fuimos a Caraz , un pueblito muy lindo que también pertenece al Callejón de Huaylas ya que está ubicado entre las dos cordilleras. Su distancia respecto a Huaraz  es de  40km aproximadamente. A nosotros nos gustó mucho más Caraz por su tranquilidad, su hermosa plaza, su gente y básicamente su sencillez.
La llaman Caraz Dulzura, porque en la zona se produce el Manjar Blanco que es una especie de dulce de leche y todos dulces derivados: helados, bombones, alfajores, tortas etc. Por eso es muy normal ver a la gente del pueblo tomando un helado en la plaza o comiendo un alfajor o algún dulce que contenga el famoso Manjar Blanco.

Estuvimos hospedados unas 3 noches en un Hostal con habitaciones muy simples  pero con un jardín hermoso que era nuestro lugar para comer algo o para tomar un mate (Hostal La Alameda).
Desde Caraz visitamos la famosa Laguna Parón. Una laguna que queda a 1hs en taxi desde el pueblo y que antiguamente nos contaron los lugareños,  que era el centro turístico por excelencia de la zona, ya que muchos turistas elegían este lugar para hacer deportes extremos o simplemente visitarla por su belleza.
Desde hace unos 10 años aproximadamente la laguna es utilizada por una empresa canadiense para la producción de energía y lamentablemente el nivel de altura del agua bajó considerablemente. Cuando la conocimos, esto último pudimos verlo notoriamente, pero de todas maneras la belleza del lugar y la esencia continuaba estando en algún rincón de ella. Nos apenó muchísimo saber que en unos años, tal vez no quede nada de esta laguna… y nos fuimos con una mezcla de sentimientos contradictorios respecto a la difícil convivencia del ser humano con la naturaleza…


Lo que no hay que perderse:
- Ir al mercado de Huaraz  para caminarlo, conocerlo y ver la infinita variedad de maices que tienen.
- Dejarse sorprender por la belleza de la naturaleza del Parque Nacional Huascarán.
- Acampar en Cebolla Pampa.
- Tomar un mate en la Laguna 69 y comerse un choclo con queso que prepara una señora en la Laguna Yanganuco.
-  Probar el ¨manjar blanco¨ especialidad típica de Caraz.
- Tomar un helado en la plaza principal de Caraz.
En nuestra estadía en Huaraz y Caraz tuvimos un anfitrión de lujo que nos ayudó desde que llegamos a sentirnos parte de este lugar. Gracias Andy Martinez por tu tiempo y por tu compañía!

Huaraz - Plaza de Armas

Mercado de Huaraz

Laguna Llanganuco - PN Huascarán


Laguna Llanganuco


El Queñual (árbol tipico de la zona)



Camino a laguna 69

Laguna 69



 






Lima, Perú

Una mezcla de sentidos, olores, sabores y sonidos. Una ciudad desértica por naturaleza pero que en un rincón de ella, se llena de flores, palmeras, espacios verdes y un mar Pacífico que la acompaña de Norte a Sur.
Lima, que nos regaló el primer día, un atardecer que nos llenó el corazón y que reafirmó que estábamos en el  lugar y momento  indicado.
Una ciudad donde el cielo casi siempre es gris –sobretodo en invierno-  y la niebla cubre muchas tardes de verano dándole un respiro al intenso calor.
Lima con su gente de perfil bajo y su desorganizado tránsito, logró sorprendernos y cautivarnos en los 7 días que estuvimos sumergidos en ella.
Una ciudad que superó nuestras expectativas, llenándonos de vida urbana, de su exquisita comida y de un mar que se impone en el malecón de Miraflores.

Lo que no hay que perderse:
- Caminar horas y horas por Miraflores y ver el atardecer en la playa.
- Pasear por el barrio Barranco, cruzar por el Puente de los Suspiros, tanto de noche como de día para poder sentir su magia.
- Viajar en alguna de las descontroladas y desorganizadas combis, que son los medios de transporte que usan todos los peruanos para trasladarse por toda la ciudad. Lo curioso es que no tienen paradas (paraderos) específicos ni se saca boleto al entrar. Todo es desorganización y ruido.
- Conocer el Convento de San Francisco con sus impresionantes catacumbas y también darse una vuelta por el Museo Nacional de Lima que cuenta la historia del Perú desde sus comienzos AC hasta el día de hoy.
- Comer ceviche en alguna de las playas del Sur (Km 40 – Playa Caballeros) tomando una riquísima cerveza Cusqueña.
- Probar la Jalea de Pescado – Ají de gallina – Tomar una cremolada y endulzarse con unas chocotejas.

En nuestra estadía en Lima queremos agradecer profundamente a Daniel Infante por habernos recibido en su casa, hacernos sentir parte de su vida y por habernos abierto su corazón. Conocer un poco de Lima a través de sus ojos, fue nuestro primer regalo que nos dió este viaje.
Atardecer sobre el mar de Lima

Parque del amor . Miraflores


Catedral de Lima


Plaza de Armas
                                                                                   
Miraflores - El malecón



Con Dani Infante y sus amigos

Choritos